Quédate con la parte de la película en la que te sientes radiante de felicidad, la que te hace pensar que un mundo mejor es posible. En la que en personas que poseen valores como el amor, la empatía, la fortaleza, la sabiduría y el autocontrol dominan sus vidas. No dejes que esos minutos en los que todo parece venirse abajo te haga pensar que esa película no tiene final feliz; todas lo tienen.
Que no llegue ese día en el que decidas vivir sin sentimientos, porque eso sería ser un iluso: nunca podrás evadirte de ellos, ni de la realidad. Lo que si puedes es intentar dominarlos y cambiarlos y así sentirte más feliz contigo mismo.
No te quejes de como eres, de lo que tienes. No le eches la culpa a los demás porque así no conseguirás más que entrar en un círculo de incomprensión involuntaria del cual ni a patadas conseguirán sacarte.
Acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño. Te estás amargando en tu propio fracaso, así que no se lo cargues a otro.
Aprende de los fuertes, de quienes no aceptan situaciones. De los que no esperan a que las cosas lleguen sino que buscan su destino. Porque recuerda, la suerte es el pretexto de los fracasados y no olvides que la causa de tu presente es tu pasado, así como la causa de tu futuro será tu presente.
Sé feliz con lo que tienes y no esperes más de la vida que ser más feliz de lo que eres ahora.
Cree en ti.
Precioso...
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