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lunes, 22 de noviembre de 2010

music on, world off


Cada cosa tiene un color. Cada emoción tiene un color. El silencio es blanco. De hecho, el blanco es un color que no soporto, pero que a la vez me encanta: no tiene límites. Pasar una noche en blanco, levantar bandera blanca, dejar el papel en blanco, tener el pelo blanco… Es más, el blanco ni siquiera es un color.

Y es que si resulta que sabes que te espera un día con sabor a asfalto polvoriento en el instituto y luego un túnel de aburrimiento entre tareas, padres y perro y vuelta a empezar, hasta que la muerte os separe, lo único que puede salvarte es la oportuna columna sonora. Te pones los auriculares y entras en otra dimensión. Entras en la emoción del color oportuno.



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