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jueves, 7 de abril de 2011


Ella iba tan segura de sus pasos como de que ese día era jueves. Debajo de su paraguas rojo todo le parecía tan seguro que ni miraba antes de cruzar la calle. Ella era tan tremendamente descuidada pero a la vez tan tremendamente feliz que nadie iba a decirle nada... ¿cómo se le puede negar a alguien lo que le hace feliz?

Y podría pasarme horas (días, hasta años) hablando de lo que le gustaba hacer y de lo que no. Le gustaba leer (deboraba los libros), escuchar música , dar vueltas a una bola del mundo (le gustaría irse a cualquier destino donde su dedo hubiera caído por casualidad), ir en bicileta y encender las velas. Sonreír. Y no le gustaban los días simples,las personas simples, ni las cámaras de usar y tirar. Ni él.

Juraría que ahora está sonriendo porque el mundo no se ha detenido.






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