Cada cosa tiene un color. Cada emoción tiene un color. El silencio es blanco. De hecho, el blanco es un color que no soporto, pero que a la vez me encanta: no tiene límites. Pasar una noche en blanco, levantar bandera blanca, dejar el papel en blanco, tener el pelo blanco… Es más, el blanco ni siquiera es un color.
Y es que si resulta que sabes que te espera un día con sabor a asfalto polvoriento en el instituto y luego un túnel de aburrimiento entre tareas, padres y perro y vuelta a empezar, hasta que la muerte os separe, lo único que puede salvarte es la oportuna columna sonora. Te pones los auriculares y entras en otra dimensión. Entras en la emoción del color oportuno.
Me encanta! Tenéis o tienes una gran capacidad de expresión ^.^
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