A continuación abre el libro de latín y empieza a repasar el ablativo absoluto. Repentinamente, deja de leer y mira hacia fuera. ¿Es realmente ese su único problema? Por descontado, no es el que dice ese tipo. Y, de todos modos, qué más da, lo más probable es que no lo vuelva a ver. Se concentra de nuevo en su libro. El coche gira hacia la izquierda.
- Sí, yo no tengo problemas y no lo volveré a ver.
No sabe, realmente, hasta que punto se equivoca. Sombre ambas cosas.
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